Ella ahora tiene 18 años, pero cuando inicio tenía solamente 11, rodeada de necesidades económica y con pocas oportunidades de desarrollo, creyó que terminara como una joven más de su comunidad trabajando en una bananera o piñera.

Sin embargo, al poder contar con sus útiles escolares, soporte en sus materias y sobre todo un impulso emocional años tras año hoy goza de una beca universitaria, realiza sus horas beca brindando tutorías a jóvenes de su comunidad esperando poder ofrecer esa seguridad que ella tuvo cuando más lo necesitaba.

Hoy los padres de familias de la comunidad impulsan más a los jóvenes a estudian y los mismos jóvenes sienten esperanza al verla.